Apareció en el cielo una mujer vestida de Sol, con la luna en sus pies y coronada de doce estrellas. Llega Mayo y al balcón de los cielos se asoma la Virgen María, Reina Celestial, mirando hacia la Tierra, mirando hacia su pueblo. Y es entonces cuando Herencia se levanta para honrar a una Madre, una Madre que cada noche de Mayo espera en su Convento y en su Iglesia para recibir la visita de sus Hijos, de sus herencianos que acuden a ella.
Se llena de gozo nuestro ánimo con el pensamiento del conmovedor espectáculo de fe y de amor que se ofrecerá en honor de la Reina del Cielo. En efecto, el mes de mayo es el mes en el que los templos y en las casas particulares de Herencia sube a María desde el corazón de los cristianos el más ferviente y afectuoso homenaje de su oración y de su veneración. Y es también el mes en el que desde su trono descienden hasta nosotros los dones más generosos y abundantes de la divina misericordia.
Abril quedó atrás, y nuestra Madre Soledad nos deja la gracia y hermosura de su espíritu Inmaculado y Mercedario, una misma Madre y un mismo espíritu. Que durante este mes tengamos presentes las Palabras que nuestro Señor de los Afligidos nos dijo en el Madero: "Hijo, ahí tienes a tu Madre".
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