El pasado dos de
junio, celebramos la fiesta del Corpus. Celebrábamos nada más y nada menos que
la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Una muestra más del amor
misericordioso de Dios al hombre. Dios se hace presente en cada altar del mundo
para acompañarnos en nuestro peregrinaje por la tierra. Se abaja hasta nosotros
para compartir nuestra vida, problemas, dolores… y nosotros participando
también de su divinidad. Como venimos haciendo desde hace unos años, la
hermandad del Santo quiso honrar a Jesús Eucarístico haciendo un altar. En él
pusimos la cruz como símbolo de salvación, en el centro un corazón,
simbolizando el corazón de Jesús -Uno de los soldados le atravesó con su lanza
el costado y al instante salió sangre y agua (Jn 19, 34-35)- La sangre
simboliza la redención y el agua los sacramentos por los cuales Dios se hace
presente.
Eso es lo que hemos querido transmitir. En este día tan grande para
la Iglesia Universal resaltamos la Eucaristía sin la cual el cristiano no puede
vivir su Fe -Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y no
bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros (Jn 6 ,52-59)- Con los ciervos
bebiendo de la fuente, quisimos hacer mención al salmo 41 – como busca la
cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti Dios mío…- expresando con
el salmista el deseo y necesidad que tenemos de beber del agua de los
sacramentos, en este caso de la Eucaristía. Pusimos una imagen de María al pie
de la cruz, Ella es corredentora con Jesús y la primera custodia, pues llevó a
Dios en su seno.
¡Viva Jesús Sacramentado!
Jesús RM
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