REAL E ILUSTRE COFRADÍA DEL CRISTO DE LA COLUMNA, NUESTRO SEÑOR DE LOS AFLIGIDOS Y MARÍA SANTÍSIMA DE LA SOLEDAD, POPULARMENTE CONOCIDA COMO LA HERMANDAD DE "EL SANTO"

domingo, 17 de octubre de 2010

PASIONISTAS

El pasado 12 de septiembre tres miembros de nuestra cofradía “el Santo” hacíamos una visita a los P.P.Pasionistas de Daimiel. Nuestra intención no era otra que estrechar lazos de unión con esta congregación. Hay una figura muy importante que une a los pasionistas con nuestra Hermandad. Ambos somos los custodios del culto y la devoción a Santa Gema.

Santa Gema nunca fue religiosa, pero vivió la espiritualidad Pasionista como seglar.

Fuimos recibidos por el P.Gastón superior de la comunidad que en todo momento se mostró muy atento, al igual que otros religiosos y los novicios que se encontraban haciendo el noviciado.

Después del saludo a los frailes y novicios, les entregamos unas estampas de las imágenes de nuestra Hermandad (Santa Gema, Cristo de la Columna…) y unos libros de la Semana Santa de Herencia. Después nos pasaron a ver unas de las grandes joyas de la casa, la cripta donde reposan los restos de los veintiséis mártires pasionistas, martirizados en la Guerra del 36. Allí se respiraba paz, en el silencio de aquella cripta se sentía el espíritu de aquellos jóvenes que entregaron su vida y su sangre por cristo. Casi todos eran jóvenes, entre 18 y 30 años.

Fueron expulsados del convento una calurosa noche de julio del 36. Después de ser apaleados por los milicianos del pueblo salieron huyendo por la carretera de Manzanares. Fue el superior el que pensó que tenían que separarse por grupos ya que todos juntos llamaban mucho la atención. Así lo hicieron pero no les sirvió de mucho ya que los pueblos vecinos estaban avisados de que iba “carne fresca de curas”. A unos los fusilaron en Urda, a otros en Ciudad-Real, a otros en Carabanchel (Madrid), a otros en Manzanares; de este último grupo quedaron algunos con vida, estuvieron jugando con ellos, les pegaban, escupían y después los llevaron al hospital, allí los entregaron diciendo a las enfermeras que les curasen bien porque tenían que fusilarlos otra vez.
Y así fue, avisados los milicianos de que ya estaban curados, fueron a recogerlos, los pasearon por el pueblo, siendo objeto de burlas, golpes y al llegar al cementerio los volvieron fusilar.

Nos enseñaron el museo de los mártires, donde pudimos ver objetos, fotografías, cartas… Todo ello nos evocaba la valentía de estos jóvenes religiosos.

Salíamos a dar un paseo por el enorme jardín que tienen, era la antigua huerta que tenía el convento, de esas hortalizas se abastecían y daban a los pobres que llamaban a las puertas de convento. Aún hoy podemos ver sembrados algunas hortalizas.

El jardín esta arreglado y preparado para meditar, pensar… Podemos ver un vía crucis de cerámica, una capillita a la virgen…Esta casa esta dedicada a retiros, por eso todo este entorno invita a la oración.

Al final asistimos a la eucaristía (un poco larga, eso sí) oficiada por el padre Gastón. Volvimos a casa con el gozo y la paz que sientes cuando visitas un lugar santo y con la promesa de volver otra vez.










J.R.M.
Delegado de liturgia y formación.

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