En una hermandad que se forma en torno a una imagen que representa a Nuestro Señor Jesucristo, su Madre Maria santísima o cualquiera de los santos que dieron su vida por Dios y su misterio, u misión es evangelizar con sus fieles en todos los actos que participan, en misas y procesiones o cualquier celebración que la hermandad disponga, siendo su meta, dar siempre el máximo esplendor a sus sagradas imágenes que representan al Señor con el fin de fomentar la fe.
Pero una vez que perteneces a una hermandad se sienten cierta clase de emociones que solo se entienden desde la fe y nuestra hermandad con Cristo, que bello momento cuando en las reuniones que la hermandad sus fieles se juntan en la puerta de la ermita y saludan al compañero con la misma emoción que si de familia se tratase, como en los ensayos de Semana Santa se crea un ambiente entrañable que todos los que estamos allí sentimos, el compañero que te echa la mano en el hombro que escucha tus problemas y esta siempre dispuesto a echar una mano a quien lo necesita. No solo es un sentimiento que florece en reuniones o ensayos, es algo que se traslada a la vida cotidiana y que en algunos casos se transforma en una amistad inquebrantable al paso del tiempo.
Todo se transforma cuando se trata de una procesión, esa unión se magnifica y los sentimientos están a flor de piel. Empieza cuando tu madre te coloca la túnica y mima todos los detalles del traje procesional, cuando te despides de ella un beso y te diriges a tu ermita, cada paso te prepara para la penitencia que ofreces al Señor. Cuando llegas a la ermita lo primero que ves es un ir y venir de compañeros con sus túnicas pero con una cosa en común, sus ojos brillan de forma especial, en nuestro caso la emoción al portar el paso de la Virgen de la Soledad por ser sus pies que caminan hacia el calvario y su pañuelo para secar las lágrimas que derrama al ver a su hijo afligido....
Luego en el pretil de la puerta, los hermanos mayores con las preocupaciones y responsabilidades normales del momento, no descuidan la atención y el saludo de todos los que pasamos por la puerta, en especial a sus cofrades como padre cuida a sus hijos. Ya dentro de la ermita, los tronos resplandecientes recubiertos de flores portan las sagradas imágenes, primero y dando la bienvenida el Santísimo Cristo de la Columna, preso de sus cuerdas, el segundo Nuestro Señor de los Afligidos pálido en su cruz y por último Nuestra Santísima Madre de la Soledad con el pecho traspasado, todas las imagenes acompañadas por cofrades y fieles que visitan su casa y esperan a que la banda y nazarenos recojan a su imagen hermana, el Santísimo Cristo del Consuelo que espera con la caña en sus manos.
Como no hablar de nuestro hermanamiento con los padres mercedarios y su imagen el Cristo del Consuelo, desfila acompañado por la banda y nazarenos del Cristo de la Columna, declarando orgullosos lo que es para nosotros ser hermanos honoríficos.
En este hermanamiento también florecen sentimientos muy especiales, desde el momento que se prepara el trono del Consuelo y juntos se monta la imagen en el Convento, siempre con la disposición absoluta de los padres Mercedarios a la cabeza el comendador Luis Miguel, Mario y sin olvidar el presidente de la hermandad Antonio, que siente como suya nuestra hermandad, sentimiento que compartimos haciendo nuestra la suya en el corazón. El primer momento que da rienda suelta a los sentimientos, es cuando el jueves santo la banda sale de la ermita acompañado por nazarenos del Cristo de la Columna, anderos, nazarenos de la Soledad y Nuestro Señor de los Afligidos toman la calle Colón para recoger el Santísimo Cristo del Consuelo.
Llegamos a la puerta del convento y todos esperamos impacientes que la banda toque el himno y el Cristo cruce el umbral de su puerta, haciéndonos derramar alguna lágrima, para después tomar la calle para dirigirnos a la ermita, todos juntos como una sola hermandad.
Si buscamos un momento especialmente y emotivo, no solo para nuestras hermandades sino para Herencia entera, nos trasladamos a la procesión del viernes por la mañana cuando la Virgen de la Soledad precedida por su hijo Nuestro Señor de los Afligidos camina con sus anderos hacia el Convento, los sentimientos se respiran y el corazón se acelera viendo como el pueblo se agolpa para ver a nuestra madre siendo su consuelo, el capataz se acerca a la campana para tocar el repique en el que la Soledad se levanta sobre sus hijos para ver como la esperan, sus fieles rompen en un clamoroso aplauso que alivia el corazón traspasado por ese puñal a la Virgen.
Sigue caminando hacia la puerta del Convento y toma la esquina encarándose al pórtico, los anderos que estamos delante vemos que no solo es nuestro corazón el que se acelera y nuestros ojos se llenan de lágrimas, sino que cada fiel que acompaña a Maria es un espejo de lo que tu sientes al escuchar como los acordes de los instrumentos romper el silencio, como nuestra madre hace la reverencia a su hijo que en ese momento cruza el arco para recibirla, sientes una presión en el pecho que la gente desahoga con un aplauso que sirve de pañuelo raso para que Soledad enjugue su cara. Prosigue su camino y unos metros hacia delante la Virgen con la ayuda de sus anderos se dirige a su mirada al cielo y unos pétalos de rosa y el batir de palmas de sus hijos mitigan su dolor.
No puedo despedirme sin hacer mención a la fiesta grande de los Mercedarios y del pueblo de Herencia entera, en la que sus devotos acompañamos en su novena y en el acto de la ofrenda floral en que todas las hermandades y asociaciones del pueblo, ofrecen flores en su día a la Merced. Al final llega la procesión de la hermosona, que aunque vendimia ha empezado y corre prisa ese día, los herencianos desde pequeños lo tenemos especialmente guardado para Nuestra Madre de la Merced, procesión que nos llena de orgullo cuando nuestros estandartes como hermanos honoríficos, acompañan a María que con su hijo va bendiciendo a todo nuestro pueblo. Que bonita filiación con Cristo que une a personas y hermandades que lo utilizan como eje de su vida.
Pero una vez que perteneces a una hermandad se sienten cierta clase de emociones que solo se entienden desde la fe y nuestra hermandad con Cristo, que bello momento cuando en las reuniones que la hermandad sus fieles se juntan en la puerta de la ermita y saludan al compañero con la misma emoción que si de familia se tratase, como en los ensayos de Semana Santa se crea un ambiente entrañable que todos los que estamos allí sentimos, el compañero que te echa la mano en el hombro que escucha tus problemas y esta siempre dispuesto a echar una mano a quien lo necesita. No solo es un sentimiento que florece en reuniones o ensayos, es algo que se traslada a la vida cotidiana y que en algunos casos se transforma en una amistad inquebrantable al paso del tiempo.
Todo se transforma cuando se trata de una procesión, esa unión se magnifica y los sentimientos están a flor de piel. Empieza cuando tu madre te coloca la túnica y mima todos los detalles del traje procesional, cuando te despides de ella un beso y te diriges a tu ermita, cada paso te prepara para la penitencia que ofreces al Señor. Cuando llegas a la ermita lo primero que ves es un ir y venir de compañeros con sus túnicas pero con una cosa en común, sus ojos brillan de forma especial, en nuestro caso la emoción al portar el paso de la Virgen de la Soledad por ser sus pies que caminan hacia el calvario y su pañuelo para secar las lágrimas que derrama al ver a su hijo afligido....
Luego en el pretil de la puerta, los hermanos mayores con las preocupaciones y responsabilidades normales del momento, no descuidan la atención y el saludo de todos los que pasamos por la puerta, en especial a sus cofrades como padre cuida a sus hijos. Ya dentro de la ermita, los tronos resplandecientes recubiertos de flores portan las sagradas imágenes, primero y dando la bienvenida el Santísimo Cristo de la Columna, preso de sus cuerdas, el segundo Nuestro Señor de los Afligidos pálido en su cruz y por último Nuestra Santísima Madre de la Soledad con el pecho traspasado, todas las imagenes acompañadas por cofrades y fieles que visitan su casa y esperan a que la banda y nazarenos recojan a su imagen hermana, el Santísimo Cristo del Consuelo que espera con la caña en sus manos.
Como no hablar de nuestro hermanamiento con los padres mercedarios y su imagen el Cristo del Consuelo, desfila acompañado por la banda y nazarenos del Cristo de la Columna, declarando orgullosos lo que es para nosotros ser hermanos honoríficos.
En este hermanamiento también florecen sentimientos muy especiales, desde el momento que se prepara el trono del Consuelo y juntos se monta la imagen en el Convento, siempre con la disposición absoluta de los padres Mercedarios a la cabeza el comendador Luis Miguel, Mario y sin olvidar el presidente de la hermandad Antonio, que siente como suya nuestra hermandad, sentimiento que compartimos haciendo nuestra la suya en el corazón. El primer momento que da rienda suelta a los sentimientos, es cuando el jueves santo la banda sale de la ermita acompañado por nazarenos del Cristo de la Columna, anderos, nazarenos de la Soledad y Nuestro Señor de los Afligidos toman la calle Colón para recoger el Santísimo Cristo del Consuelo.
Llegamos a la puerta del convento y todos esperamos impacientes que la banda toque el himno y el Cristo cruce el umbral de su puerta, haciéndonos derramar alguna lágrima, para después tomar la calle para dirigirnos a la ermita, todos juntos como una sola hermandad.
Si buscamos un momento especialmente y emotivo, no solo para nuestras hermandades sino para Herencia entera, nos trasladamos a la procesión del viernes por la mañana cuando la Virgen de la Soledad precedida por su hijo Nuestro Señor de los Afligidos camina con sus anderos hacia el Convento, los sentimientos se respiran y el corazón se acelera viendo como el pueblo se agolpa para ver a nuestra madre siendo su consuelo, el capataz se acerca a la campana para tocar el repique en el que la Soledad se levanta sobre sus hijos para ver como la esperan, sus fieles rompen en un clamoroso aplauso que alivia el corazón traspasado por ese puñal a la Virgen.
Sigue caminando hacia la puerta del Convento y toma la esquina encarándose al pórtico, los anderos que estamos delante vemos que no solo es nuestro corazón el que se acelera y nuestros ojos se llenan de lágrimas, sino que cada fiel que acompaña a Maria es un espejo de lo que tu sientes al escuchar como los acordes de los instrumentos romper el silencio, como nuestra madre hace la reverencia a su hijo que en ese momento cruza el arco para recibirla, sientes una presión en el pecho que la gente desahoga con un aplauso que sirve de pañuelo raso para que Soledad enjugue su cara. Prosigue su camino y unos metros hacia delante la Virgen con la ayuda de sus anderos se dirige a su mirada al cielo y unos pétalos de rosa y el batir de palmas de sus hijos mitigan su dolor.
No puedo despedirme sin hacer mención a la fiesta grande de los Mercedarios y del pueblo de Herencia entera, en la que sus devotos acompañamos en su novena y en el acto de la ofrenda floral en que todas las hermandades y asociaciones del pueblo, ofrecen flores en su día a la Merced. Al final llega la procesión de la hermosona, que aunque vendimia ha empezado y corre prisa ese día, los herencianos desde pequeños lo tenemos especialmente guardado para Nuestra Madre de la Merced, procesión que nos llena de orgullo cuando nuestros estandartes como hermanos honoríficos, acompañan a María que con su hijo va bendiciendo a todo nuestro pueblo. Que bonita filiación con Cristo que une a personas y hermandades que lo utilizan como eje de su vida.
2 comentarios:
Pero qué bonito, me encanta. Lo has expresado, Juan, tal cual es. Sin duda es una de las cosas que más placer produce y de la que más orgullosa está la Hermanda de la Virgen de las Mercedes, de haberos hecho hermanos honoríficos. Mirad el título que se os concedió y veréis que en reconocimiento a la devoción y expansión del carisma redentor y devoción a la Virgen de las Mercedes y al Cristo del Consuelo os lo mereceis cada día más.
Vamos caminando a ver si el año que viene sacamos del convento un cuerpo de nazarenos, que, aunque somos totalmente de Gloria, y ya ves la Gloria que liamos en septiembre, algunos se animan, ya verás. ¿No dicen por ahí que la unión hace la fuerza? Pues que si no conseguimos fuerza, que no sea por falta de unión.
Por cierto, que estaba esperando ya una entradilla en vuestro blog como agua de mayo, pero muy bien, ha merecido la pena solo por leer algo tan bonito.
Un abrazo, hermanos, y que sepais que acabamos de inaugurar un nuevo blog:
http://madredelasmercedes.blogspot.com
Felicidades Juan, me ha gustado mucho.
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