REAL E ILUSTRE COFRADÍA DEL CRISTO DE LA COLUMNA, NUESTRO SEÑOR DE LOS AFLIGIDOS Y MARÍA SANTÍSIMA DE LA SOLEDAD, POPULARMENTE CONOCIDA COMO LA HERMANDAD DE "EL SANTO"

sábado, 9 de mayo de 2015

LA PATRIA POTESTAD DE LA REINA DEL SANTO



Ya no queda ni una flor sobre su paso, su corona vuelve a cincelarse en el mismo lugar pero aún así todo el espacio parece extraerse del cuadro de García Vallejo. De Mayo a M. S. de la Soledad solo hay unas horas donde podemos disfrutar de la Madre en la amplia dimensión del urbanismo de siglos. La plaza del Santo se crece para dar la bienvenida a la Dolorosa de San Bartolomé. Puertas entreabiertas por donde se cuela el denso visillo de incienso que nos anuncia su llegada, la Soledad ya está en Besamanos. Comienzan los sentimientos a tamizar y distorsionar la realidad de la noche por volver a recordar a la que escogió el Viernes Santo para despedirse de su pueblo.


Se vuelve a patentar la relación materno filial de la Madre Soledad con sus hijos en cada visita, en cada oración, en la devoción a la que nos guarda y custodia, la que vela y protege nuestro día a día. De padres a hijos se sucede la tradición y entre abuelos y nietos se configura. Puede que haya alguna diferencia en la forma, pero la esencia se mantiene.

Besamanos de la Soledad en el día de la Madre donde se acude a la terrenal y la celestial. Una Madre tiene el Santo que acompaña desde el mayor de los hermanos hasta los recién llegados, porque no hay límite de edad cuando de María se trata. Especial mención a los hermanos más jóvenes, motivo de júbilo para la Hermandad que se renueva desde el día en que un niño nace, cada nuevo miembro es una bendición, nuevas raíces que crecerán. 

Porque de alguna manera distinta o igual, se seguirán escuchando unos pasos en el asfalto a la llegada del Jueves Santo, se seguirá acudiendo a la ermita para besar su mano. Porque de alguna manera gracias a los nuevos hermanos se mantendrá su frescura de lluvia y esplendor de Estrella. El corazón de la Madre no se divide, se multiplica con cada hijo que nace. La Patria de la Soledad se instala con la naturalidad y el derroche de antaño, y con ella la proximidad afectiva, el deseo de sostener, acompañar... 

Y con Ella el pasar del tiempo que viene y que va, pero en su ermita quedará la Madre viendo pasar generaciones para seguir derrochando su gracia y custodia mirando siempre por el interés y el beneficio de sus hijos. Para seguir ejerciendo su "Patria Potestad" desinteresadamente tutelando espiritualmente a sus fieles.

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