La dulce Señora del Santo se eleva bella como la luna y escogida como el sol. Madre de un pueblo que la quiere, de un barrio que luce brillante en su día más grande.
Bajo la luna se quedaba Soledad vestida de Reina Inmaculada, ataviada con lo mejor de la casa, preparada para el gran día que se avecina... Fiesta de San Bartolomé. Para la ocasión nuestra Madre estrena toca, manto, mandil y puñal. Sin duda, un regalo para la vista, fijos están y estarán siempre en Ella los ojos de los fieles, como en la grande obra que a todos los siglos interesa.
Y como retwittean sus fieles, el año se hace demasiado largo, por eso no podemos dejar de ir a verla. Así, espera Ella nuestra visita en el templo del Santo, que María en su Soledad nos guíe por el camino que lleva al Cielo y nos acerque a su Hijo.
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